Ningún espacio es tan propicio como el Planetario Galileo Galilei de Buenos Aires con su techo abovedado y celestial, para exhibir la obra de Gyula Kosice (1924- 2016).
En el domo al parecer ilimitado del Planetario, la proyección de la “Travesía intergaláctica: La Ciudad Hidroespacial”, un universo creado por el genial vanguardista transporta al espectador a centenares de kilómetros de la tierra. La inventiva de Kosice y su imaginación prodigiosa, quedan a la vista gracias al proyecto puesto en marcha por el esfuerzo conjunto del Malba, el equipo del Planetario, la productora tecnológica UxArt y la Fundación Kosice, liderada por Max Pérez Fallik, coordinador de Malba Educación y nieto del visionario artista.
El Malba inauguró el año pasado, cuando se cumplió un siglo del nacimiento del artista en la entonces Checoslovaquia (era un niño cuando llegó al país y siempre se consideró argentino), la exposición “Gyula Kosice: Intergaláctico”. La mayor parte de las obras de esa exhibición monográfica y póstuma había llegado de vuelta a Buenos Aires desde el Museo de Houston, EE.UU., dado que fueron compradas al artista en el año 2009 por la curadora Mari Carmen Ramírez, responsable de la muestra junto a la curadora en jefe de Malba, Marita García.
El Museo de Houston posee casi una veintena de maquetas, y obras lumínicas, fotomontajes, bocetos, dibujos, afiches, un total de 50 obras, las más representativas, que dejaron sus huecos en el Museo de Kosice ubicado en Villa Crespo. Allí están, en la calle Humahuaca, las sorprendentes piezas que realizó Kosice durante su vida. En 1944 creó Röyi, la primer escultura articulada y móvil de Latinoamérica.
Ese mismo año coedita la revista “Arturo”, que propone un arte de pura invención, no figurativo. En 1945 es cofundador de Arte Concreto – Invención (vanguardia de arte concreto) y publica Invención (esculturas móviles, teoría y poemas). En 1946 funda el Arte Madí, designa su nombre y escribe su manifiesto, propone la creación e invención totales, liberando al arte de todas las ataduras; edita ocho números de la revista Arte Madí Universal.
El esplendor del neón en las radiantes esculturas lumínicas, recuerda que fue el primer artista que utilizó este material en el mundo. También llevan su firma las esculturas hidráulicas, ya que, como un precursor, introdujo el agua como elemento esencial de sus obras (1949). En el campo de la creación Kosice es además el padre de la célebre y utópica “Ciudad Hidroespacial” (1971), un conjunto de obras que, según él mismo explicaba, ya había anticipado en la revista «Arturo», cuando en 1944 dijo: “El hombre no ha de terminar en la Tierra”. El espacio es “un lugar donde la angustia, el mal que padece el hombre, está erradicada por siempre”, agregaba. Las bellísimas naves espaciales de Kosice, con sus luces azules, son los vehículos que conducen al encuentro de la felicidad.
El nieto del artista cuenta que después de vender esas 50 piezas, tuvo siete años muy prolíficos, realizó varias piezas además de libros, esculturas, pinturas, exposiciones. “La ‘Ciudad hidroespacial’ completa no está en ninguna parte, ¡porque son realmente muchas obras! El que más tiene es el Museo de Houston, luego está el Museo Kosice, también hay piezas de la “Ciudad hidroespacial” en el Centro Pompidou, en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el Malba, el Planetario y en algunas colecciones privadas”, agrega Max Pérez Fallik.
Kosice fue un adelantado. Inspirado por los aires renovadores de la vanguardia, diseñó estructuras lumínicas donde utilizó -por primera vez en el mundo- gas de neón. Desde 1949 el agua es un elemento esencial de sus esculturas hidráulicas. Luego vendría el sueño de la “Ciudad hidroespacial”. Pérez Fallik evoca el discurso de Kosice: “Luego de consultar con astrofísicos, propuso liberar la energía contenida en las moléculas del agua. Separando los dos átomos de hidrogeno del átomo de oxígeno mediante un proceso que se llama electrólisis, el oxígeno podría ser utilizado para respirar en las grandes alturas, y el hidrógeno como fuente de combustible en una máquina de fisión en frio”.
La muestra del Pompidou significó la consagración. Y con orgullo, el propio artista contaba los detalles: “En 2013, la curadora de ‘Modernités Plurielles, 1905-1970’, Camille Morineau me dedicó una inmensa sala y me colocó en un papel estelar”. En el exhaustivo libro “Gyula Kosice” publicado por el Centro Pompidou, Morineau destaca que, en la década del 40, Buenos Aires se convirtió “en el centro neurálgico del renacimiento del arte en América latina”. Luego, la curadora francesa observa que en la actualidad “debemos ver en Kosice un actor cultural esencial del escenario internacional. […] Kosice no ha dejado de impulsar el arte Madí y el arte argentino fuera de su territorio nacional, introduciendo al mismo tiempo en su país, las tendencias más actuales”.
Entretanto, en el Planetario, el éxito de la proyección se debe en gran medida al trabajo del laboratorio digital que desde 2020 dirige Felipe Durán, quien aclara: “Usamos varias técnicas visuales y también inteligencia artificial para la música, las obras de Kosice y la recreación de su voz, además de las filmaciones 360 de la muestra del Malba. Trabajamos en conjunto con el equipo del Planetario y utilizamos su propio software para poder integrar la película ahí mismo. Venimos acompañando a Kosice y la digitalización de su obra desde el 2019. En realidad, lo acompañamos a Max en la creación del programa educativo que realizó a partir de la “Ciudad hidroespacial”.