El fuego de la crisis mundial por la guerra de aranceles esparció sus llamas a lo ancho del mundo y amenaza con devorar, antes que al resto, a las economías más débiles. Lamentablemente, la argentina aparece señalada entre estas últimas. El derrumbe de las bolsas, aquí y en el mundo, es un síntoma del grado de desconfianza que genera esta nueva crisis y el crecimiento de los pronósticos de futuras recesiones y subas de precios en el mundo. Malas noticias para una Argentina necesitada de dólares. Y para un plan económico urgido de ingreso inmediato de fondos para sobrevivir. La traducción de los acontecimientos mundiales en las finanzas locales fue lapidaria: los dólares financieros treparon entre 30 y 35 pesos en su cotización, los títulos de deuda soberana se desploman, el riesgo país se acerca a los 1000 puntos y las reservas internacionales languidecen.
De parte del gobierno, fue un fin de semana de significativo silencio. Después de la frustrada visita a Washington, de la que Javier Milei no obtuvo ni la foto con Donald Trump y Luis Caputo ofició exclusivamente de acompañante de vuelo, no hubo ni una sola expresión pública de ellos acerca de la tormenta financiera que desató este lunes el mandatario norteamericano. Algunas fuentes oficiales sugirieron que el gobierno segiuía «atentamente los acontecimientos» pero le restaba importancia a la caída de las bolsas, que a media mañana ya habia azotado a los mercados asiáticos y mostraba su impacto sobre los europeos.
Fue a esa hora que se conoció un escueto tuit del Presidente celebrando que esta situación encuentra al país «con superavit fiscal». Sin embargo, la pasividad del gobierno ante hechos que lo colocan en mayor debilidad incluso frente al FMI, deja en evidencia la ausencia de políticas para responder al nuevo panorama.
Al plan del gobierno no sólo lo afectará la inestabilidad económica mundial y las restricciones de competitividad para vender productos a Estados Unidos, sino además el impacto que ya empieza a tener este terremoto sobre los principales productos exportables a los que apostó el actual gobierno: la soja, el maíz y los hidrocarburos.
Aunque la cotización internacional de las materias primas agrícolas tuvo un leve rebote este lunes después de la fuerte caída del viernes (del orden del 3 por ciento), se estima que la seguirá la tendencia al descenso si se confirman los pronósticos de desaceleración económica a nivel mundial. Los precios por tonelada para entrega en mayo del mercado de Chicago fueron al cierre, este lunes, de 361,19 dólares para la soja, 182,87 para el maíz y 197,11 para el trigo. La recuperación del 0,5 al 1,3 por ciento que registraron los valores con respecto al cierre del viernes pasado estuvieron justificados por compras de oportunidad de inversores que se desprendieron de otros activos más volátiles (bonos y acciones de países emergentes, por caso). Es decir, inversiones especulativas que no se vinculan a compras físicas del producto, ni presente ni futura.
El impacto de la fuga de inversores sobre los activos argentinos se verificó con mayor fuerza en los papeles de empresas que cotizan en Nueva York. Después de una caída promedio del 12 por ciento del viernes pasado, este lunes al menos cuatro de las principales firmas cotizantes tuvieron una baja adicional en el valor de sus ADR superior al 6 por ciento: Corporación América, IRSA, TGS y Grupo Galicia.
También cayó la cotización de los bonos de la deuda argentina que cotizan en dólares, los Bonares y los Globales, en torno al 6 por ciento en promedio. Ello se reflejó en un aumento del riesgo país (sobretasa que paga la deuda argentina por sobre los títulos de deuda de la Reserva Federal de EE.UU.), que trepó a 960 puntos.
En el mercado bursátil porteño, el Merval reigstró un retroceso del 3,9 por ciento.
Pero, indudablemente, el dato más sensible es el aumento en torno al dos por ciento que registraron todas las cotizaciones de los dólares financieros. El blue, la divisa que se adquiere en cuevas financieras, se vendía en el microcentro porteño a un precio de 1345 pesos por unidad, 35 pesos más que el último viernes, alcanzando su mayor cotización en los últimos meses. Los dólares bursátiles, el MEP y el contado con «liqui», se negociaban a 1366 pesos el primero y 1363 el último, con incrementos cecanos a los 30 pesos en relación al cierre antes del fin de semana.
En tanto, el Banco Central operó en el mercado único de cambios mayorista (MULC) con ventas netas por 35 millones de dólares. Las reservas internacionales brutas informadas este lunes (correspondientes a las operaciones hasta el jueves pasado) registraron una nueva caída diaria de 318 millones de dólares, ubicándose en consecuencia en 24.791 millones de dólares.
Los informes de las consultoras y bancos de inversión internacionales coinciden en que no se trata de una crisis pasajera, sino que asistimos a un cambio de determinados paradigmas en las relaciones comerciales internacionales promovidas por la intención de Estados Unidos de recuperar un liderazgo que la actual administración a cargo del gobierno en Washington, considera que se cedió en las últimas décadas. En respuesta, busca revertir ese proceso a través de la guerra comercial ya desatada y una guerra de monedas que le sucedería.
Un cambio de panorama global que agrava la ya débil situación financiera que padecía Argentina, y por lo tanto las condiciones de negociación de un préstamo del FMI que ahora podría demorarse ante las nuevas circunstancias. El carácter agresivo que asume la disputa comercial global encuentra, además, a la Argentina en situación de fragilidad por la falta de defensas ante ataque externos, una característica propia de la política de apertura indiscriminada implementada por Milei desde el inicio de su gestión.
Sin herramientas de protección, y menos aun convicción para implementarlas, la política actual deja expuesta a la economía nacional a pagar los peores costos de esta crisis: más recesión, rebrote inflacionario y mayor dependencia de la deuda externa, incluso con un gran interrogante sobre su capacidad de pago a no tan largo plazo.