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Abel Furlán: «La CGT tiene que salir a confrontar»

En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), Abel Furlán, secretario de la Unión Obrera Metalúrgica, aseguró que la habilitación del ingreso de equipamiento en desuso al país es parte de un proceso de “desindustrialización” y reclamó que la Confederación General del Trabajo (CGT) debe confrontar con el gobierno de Javier Milei.

Abel Furlán es secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica desde el año 2022. Fue concejal de Zárate, presidente del Consejo Deliberante del Partido Justicialista en Zárate en 2014. En el año 2015 asumió como diputado nacional por el Frente para la Victoria y fue consejero del PJ bonaerense, además de secretario general de la seccional Campana-Zárate.

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Usted no es que marca que es un escándalo se abra la importación de maquinarias, sino que se abra la importación de los productos terminados, ¿no?

Sí, en realidad, ambas cosas por la eliminación del certificado de importación de los bienes de uso. Ese certificado era un instrumento de protección hacia la industria nacional. En un contexto internacional donde lo que está en disputa es quién se queda con el trabajo calificado, la Argentina no puede estar yendo a contramano de lo que están haciendo los países centrales, donde todo se está protegiendo.

Esta guerra comercial tiene como objetivo proteger el trabajo de cada uno de esos países, y la Argentina está yendo en contramano de porque está abriendo la economía de manera muy arteria. Nuestro sector, el sector metalmecánico, que tenía expectativa de poder quedar contenido con el crecimiento y el desarrollo de Vaca Muerta, con la cuestión energética o con la minería, hoy está empezando a ver como ingresan productos y bienes de uso que antes estaban prohibidos. No estaba prohibido todo, estaba prohibido lo que se producía acá en Argentina. No se podía ingresar equipamiento usado de afuera si se fabricaba acá en Argentina.

Lo que usted está diciendo no es que se critique aquello que es importante para poder producir industria, sino aquellos productos que tienen un similar nacional.

Lo que quiero manifestar es que nosotros estamos produciendo determinados equipamientos para determinadas áreas, y ahora no va a haber protección en cuanto a que ingresen importados usados. En definitiva, lo que está permitiendo el Gobierno nacional es una imposición del Fondo en el acuerdo que ha llevado adelante con Argentina. Por eso, en simultáneo con que se firma el acuerdo, sale el decreto para permitir que ingrese el equipamiento que en Estados Unidos está en desuso y tener ventaja en contra de la industria nacional. Eso produce un daño enorme en nuestra actividad y en el sector energético produce un enorme daño, también en la minería y el sector agrícola. Esta situación es la tormenta perfecta y está poniendo en riesgo el trabajo argentino.

Escuchaba a Kristalina Georgieva cuando criticaba a Trump diciendo que el proteccionismo está bien para países grandes, que tienen suficiente mercado interno y que pueden ser autosuficientes, pero que se tarda un tiempo en armar las industrias para fabricar esos productos porque armar fábricas no es una cosa que se hace de un día para el otro y formar gente que las sepa manejar tampoco es algo que se hace de un día para el otro. De alguna manera, lo mismo aplica para desarmarlas. ¿Qué le quedó de esa idea de que hay algo de costo que no se mide en dinero, que es el tiempo que lleva tener un saber? En el fondo, una empresa es un saber hacer. Es un cúmulo de saberes que, si uno lo destruye, no se aprende de un día para el otro.

Claramente, ahí hay muchas contradicciones. Pero yo voy a hablar de la Argentina, Jorge. La Argentina dispone de ocho o diez recursos naturales que no van a ser solamente la demanda de nuestra sociedad, sino la demanda a nivel global. Vivimos en un mundo global donde lo que está en disputa no solamente son los recursos naturales, sino también quién se queda con el trabajo calificado. Aquellos países que disponen de los recursos naturales tienen la necesidad y la obligación de estar pensando cómo agregar valor a esos insumos.

La Argentina no puede estar negándose a esa situación, porque todos sabemos que en el mundo global que vivimos, la cuestión energética está en crisis. Y Argentina dispone de ese elemento tan esencial para la protección y para el desarrollo de la industria, de la producción y del trabajo. ¿Cómo no vamos a estar pensando en desarrollar y potenciar nuestro sector productivo, nuestro entramado pyme? Esa es la salida.

Los países centrales que pensaron en el desarrollo de la industria, como Estados Unidos, Europa, Japón, hoy China, fueron aquellos que protegieron su mercado interno, le dieron valor agregado a sus insumos y encararon definitivamente un proceso de industrialización.

Alemania es el mejor ejemplo.

Por supuesto. Esa situación es una situación que la realidad no puede dejar de mirarla. No podemos ser tan ingenuos de abrir la economía para importar trabajo de otras latitudes, en desmedro de que nuestra sociedad no tenga qué trabajar, qué hacer. De esa manera también se instala la necesidad de estar llevando adelante una desindustrialización, y eso a nosotros nos pega muy de frente. Somos el gremio industrial más importante de la Argentina y no podemos estar mirando para el costado sin dar una opinión de qué es lo que está ocurriendo.

¿Qué pasó en Vaca Muerta, por ejemplo? Nosotros tenemos ahí una serie de recursos naturales que son una oportunidad. ¿Qué pasó con la cantidad de personal que se generó y las máquinas que se importaron?

No se está generando la expectativa que en algún momento sí se generó, que era que Vaca Muerta iba a ser un potencial que iba a permitir, aguas abajo, que todo el entramado pyme tuviera trabajo. Con esta apertura, con este decreto de no exigir más los certificados de importación a los bienes de uso, se va a desproteger todo ese entramado pyme.

Vamos a tener que competir con equipamiento usado que viene desde afuera a precio regalado, y nuestras empresas van a sufrir las consecuencias de eso. Uno está pretendiendo que lo de Vaca Muerta no solamente sea una posibilidad de tener ingresos de dólares exportando el recurso natural que se extrae, sino también pensar que ese recurso que es estratégico para poder potenciar el modelo de desarrollo también tenga que ver con una decisión política de abaratar costos.

Con eso se podría generar un modelo de desarrollo para generar trabajo con salarios dignos. Esto es lo que está pensando el resto del mundo, en muchos casos sin tener los recursos naturales que sí disponemos nosotros. Entonces es muy difícil garantizar trabajo en el futuro si nosotros no estamos pensando en cómo fortalecemos un modelo de desarrollo de nuestra industria que, por otra parte, hace 50 años lo estamos discutiendo y no hemos podido ponernos de acuerdo.

Alejandro Gomel: En este contexto, ¿cómo ve la postura que está teniendo la CGT?

La CGT no puede estar parada en un lugar que no sea el de la confrontación a este modelo político y económico que hoy está desindustrializando al país, está despojándole a la sociedad de un salario digno. Cada vez el dinero alcanza menos para la subsistencia. No podemos vivir de ajuste en ajuste, porque los trabajadores no hemos sido absolutamente responsables de nada de lo que está sucediendo en Argentina.

No se puede estar pensando en corregir, y no estoy diciendo que no haya que corregir, dos temas esenciales: el déficit fiscal y la desregulación. Son dos temas que la Argentina tiene que tratar de una vez por todas con mucha seriedad. Pero yo quisiera que esos temas se resuelvan con una economía creciendo, no con una economía reprimida. No hay posibilidad de dialogar con un gobierno que no quiere escuchar, y esto es lo que ha sucedido hasta ahora. Ha habido compañeros de la CGT que se han involucrado muy fuertemente en el diálogo con el Gobierno y no han obtenido absolutamente nada, porque no se escucha. No hay voluntad de escuchar la problemática que tenemos los trabajadores.

Furlán denunció que el Gobierno «no escucha» los reclamos de la CGT.

Tenemos las paritarias pisadas y el salario pierde cada vez más frente a la economía real. El INDEC anuncia porcentajes de inflación que no se condicen con la realidad económica. No es que digo que mide mal: lo está midiendo con una estructura que está obsoleta, que no representa la realidad económica. Eso se medía con tarifas y transporte subsidiados, y hoy eso no está más subsidiado, y tiene un impacto sobre el salario real fenomenal, que deteriora de manera permanente los salarios. Si encima, el Gobierno va a pisar las paritarias, no nos va a permitir discutir libremente con los empresarios para ver cómo recuperamos el poder adquisitivo perdido. Lo que estamos haciendo es romper con el círculo virtuoso de la economía, porque no va a haber consumo.

Yo quiero decir esto muy claramente: cualquier país serio del mundo, lo primero que hace es proteger su mercado interno, y está reprimiendo la economía, buscando sí o sí cómo corregimos esas dos variables. ¿Cuál va a ser el costo? Altísimo. La gente se está quedando sin trabajo, y el que tiene trabajo no le alcanza ni siquiera para garantizar el esfuerzo de la contraprestación y el plato de comida. Hay una ecuación que no cierra en este sentido.

La CGT tiene que salir a confrontar con esto. Es el planteo que nosotros hemos hecho en el ámbito del Consejo Directivo. Los canales de diálogo siempre son interesantes, pero cuando las dos partes están dispuestas a quererse escuchar, a querer buscar solución a la problemática que tenemos. Acá pareciera que el trabajo de los argentinos es lo único que se pone en riesgo, y lo único que se privilegia es el sistema financiero, en desmedro del sistema productivo. Esto no va a cerrar. Ya lo probó la Argentina en muchas oportunidades. No es la primera vez que transitamos por este camino.

Claudio Mardones: Desde su punto de vista, ya con varias paritarias en la experiencia y habiendo tenido largas negociaciones con el sector empresario, ¿cómo ve al sector empresario, especialmente el de la actividad metalúrgica? ¿En qué situación queda el grupo Techint y Paolo Rocca ante esta situación con los Estados Unidos y en este escenario?

Me preocupa su silencio, primero y principal. Porque claramente la Argentina está haciendo proceso de desindustrialización. Que uno de los empresarios más importantes que tiene la Argentina no salga a oponerse —y es más, es parte de este Gobierno, porque todos sabemos que está en lugares estratégicos cumpliendo funciones en la actual administración— eso es tremendamente preocupante. Más temprano que tarde, alguien lo va a tener que salir a visibilizar.

Yo lo que veo hoy por hoy cada vez salen más llenos los aviones hacia China porque muchos industriales buscan reconvertirse en importadores. Entonces cualquier PYME que hoy tiene 60, 70 trabajadores, se convierte en importador, deja a 7, 8, 10 trabajadores para darle respuesta a la logística, y lo demás lo va a importar. Eso ya también lo vivimos en la Argentina. Es pérdida de puestos de trabajo y dura un ratito. No sé a quién le van a vender lo que quieran traer de afuera.

Estoy preocupado primero porque Paolo Rocca hoy está conduciendo, desde la secretaría de Trabajo, imponiendo un piso a las paritarias, y es el principal responsable de esta situación. Segundo, me preocupa su silencio frente al proceso de desindustrialización que está viviendo la Argentina.

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CM: ¿Lo lee solamente como un gesto de debilidad, o como un repliegue para reordenar el futuro del grupo Techint fuera de la Argentina?

Se supone que también es cierto que, ante el proceso de desindustrialización que hoy está sucediendo en la Argentina, tiene la oportunidad de explotar Vaca Muerta. Me parece que ahí también hay un “cambio de figurita” con el Gobierno nacional de decir “te perjudico en esto, pero te doy esto otro”.

Como el gremio industrial más importante, nos gustaría que los empresarios serios, que tienen que ver con la industria, salgan a confrontar con este modelo. Están destruyendo todo el entramado PYME, están destruyendo el modelo industrial de la Argentina, y lo están destruyendo de manera artera. ¿Y quién se va a hacer responsable de esto? ¿Quién le va a dar trabajo a esta sociedad si se destruye? Porque, como bien decía Jorge, destruirlo se destruye muy rápidamente. Es como tirar un edificio abajo. Construir después todo eso, en un marco de disputa global como el que estamos viviendo hoy en el mundo, va a ser muy difícil.

He entrevistado a todos los actores, y lo que encuentro es algo muy parecido a lo que sucede también con los medios de comunicación: hay miedo. Los empresarios tienen miedo porque estamos frente a un gobierno con un nivel de agresividad por momentos incluso superior al del kirchnerismo. Lo que yo percibo es miedo. Son muy pocos los empresarios, como son muy pocos los medios, que se animan a tener una posición abierta de crítica.

Es cierto eso, pero el miedo es malo. Es mal consejero. Yo me podría quedar callado y no pagar costos con las cosas que estoy diciendo, pero no puedo seguir permitiéndolo. Yo tengo una demanda muy importante de mis compañeros, que es recomponer el salario. El Grupo Techint, que hoy está frente a la Secretaría de Trabajo de la Nación, que hace ocho meses que en el sector siderúrgico no se sienta a acordar la paritaria de esa rama, y el grupo Techint está callado la boca en un proceso de desindustrialización.

Yo podría entrar en la cómoda, callarme y no decir nada, pero no quiero ser responsable. Quiero advertirles no solamente a los compañeros que yo represento, sino a la sociedad en su conjunto, que este es un recorrido que la Argentina ya recorrió y que terminó con conflicto social. La gente se termina quedando sin trabajo, y porque no pueden pretender que los trabajadores de la industria, que somos trabajadores calificados, naturalicemos salarios de hambre, que no alcancen ni siquiera para garantizar el plato de comida. Entonces, yo miedo ya no tengo, a esta altura.

Usted no lo tuvo nunca.

Lo que creo es que muchos empresarios no están de acuerdo con el modelo económico que sigue el país, pero se callan la boca porque tienen miedo. Ese miedo que tienen de salir a defender lo que hoy tienen en riesgo los va a llevar a perder sus empresas. Y eso ya también lo vimos. Cuando la Unión Obrera Metalúrgica, en el 2001, se quedó con apenas 65.000 trabajadores, cerraron cientos de miles de empresas. Ya llevamos 14.000 empresas cerradas y 280.000 puestos de trabajo que no existen en la Argentina. ¿Cuánto más van a esperar a que se produzca y que sea grave para poder alzar su voz?

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