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Claves ambientales en PBA #6: Ciudades y territorios frente a los desastres climáticos

En esta serie de Claves Ambientales para decidir el voto en PBA venimos analizando basurales, humedales, la Cuenca Matanza-Riachuelo, agrotóxicos y acceso al agua potable. En esta oportunidad nos centramos en la adaptación de la ciudades frente a la crisis climática.

La provincia de Buenos Aires ya vive la crisis climática con inundaciones catastróficas como la de Bahía Blanca debido a lluvias extremas, olas de calor más largas e intensas, sequías y tormentas extremas. El aumento de la temperatura global, producto de la fractura del clima, se combina con la impermeabilización urbana, el relleno de humedales, la ocupación de zonas de riesgo, el déficit de redes de drenaje y saneamiento, y la desigualdad en el acceso a servicios para crear un combo explosivo.

La crisis climática agudiza desigualdades preexistentes, golpeando con más fuerza a los sectores populares que viven en viviendas precarias, sin acceso a servicios básicos ni infraestructuras de contención. El sistema energético privatizado agrava la situación, aumentan los cortes de luz en los picos de demanda, cuando más se necesita refrigerar los hogares, e incluso este año padecimos cortes de gas como el de Mar del Plata durante la ola polar.

Hace ya más de una década que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU advierte sobre el aumento de desastres climáticos producto de la crisis ecológica y la necesidad de medidas urgentes tanto de mitigación como de adaptación. La perspectivas a futuro son aún más alarmantes, los fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes e intensos en un escenario atravesado por la crisis del capitalismo, el recrudecimiento de las guerras y un genocidio en curso que profundiza la depredación socioambiental.

La mitigación se refiere a las acciones dirigidas a reducir o limitar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), atacando las causas del problema. Mientras que la adaptación consiste en hacer modificaciones a nuestras ciudades, producciones y ecosistemas para reducir la vulnerabilidad frente a las consecuencias negativas de la crisis climática.

La adaptación en las ciudades implica desde obras de infraestructura y planes de drenaje hasta sistemas de alerta temprana, hasta la ampliación de espacios públicos con vegetación para amortiguar el calor extremo y medidas de refrigeración en lugares de trabajo y estudio. La eficiencia energética en viviendas y el acceso equitativo al agua potable también son centrales. En este sentido, resulta indispensable recuperar y centralizar el sistema de energía para planificar una transición energética hacia fuentes renovables y sostenibles.

Las tormentas e inundaciones provocan enormes pérdidas materiales en los hogares, e incluso en la producción y los cultivos. Pero además se cobra vidas humanas. Lo mismo sucede con las olas de calor. En Europa, una ola de calor reciente atribuida al cambio climático provocó más de 2300 muertes en 12 ciudades, incluyendo Londres, París, Barcelona y Roma. En España, de mayo a julio de 2025, hubo 1180 fallecimientos atribuidos a las olas de calor, lo que representa un aumento considerable respecto a años previos.

Las políticas de adaptación son cruciales para reducir estos impactos, pero no alcanzan si no se enfrentan las causas estructurales de la crisis. La destrucción de nuestros ecosistemas con actividades intensivas y extractivistas está en la base de la pandemia que vivimos a nivel global y de la crisis ecológica en curso. En la provincia de Buenos Aires, el avance del agronegocio, el negocio inmobiliario sobre humedales, la minería y actividades industriales contaminantes, degradan el ambiente y aportan emisiones de gases de efecto invernadero.

Cuando las catástrofes llegan, las familias reciben subsidios insuficientes y enfrentan pérdidas irreparables, en un contexto de creciente vulnerabilidad. Mientras tanto, la energía sigue tratándose como mercancía, aumentado las ganancias de unos pocos y externalizando los costos sociales que recaen sobre las mayorías.

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¿Qué plantean los principales espacios políticos frente a esta crisis?

Las fuerzas políticas que disputan la provincia ofrecen diagnósticos y respuestas muy distintas. La Libertad Avanza niega el cambio climático, en línea con la avanzada anticientífica internacional que beneficia a sectores concentrados y financieros. Y cuando los desastres ocurren “no hay plata”, en nombre del equilibrio fiscal, Milei vetó la ayuda de emergencia para Bahía Blanca tras el temporal. Dentro de la misma alianza, el PRO impulsa un “capitalismo verde” que transforma la crisis en negocio para empresarios amigos, bajo la misma lógica de mercantilización que está en la base de los problemas socioambientales.

Por otro lado, Unión por la Patria reconoce el problema pero sostiene un modelo extractivista, apoyando a empresas petroleras, mineras y del agronegocio. Postulan que se debe superar la disyuntiva entre desarrollo y ambiente, pero en la práctica priorizan el pago de la deuda externa con actividades del sector primario para la exportación, perjudiciales para la poblaciones y los ecosistemas. Tampoco impulsa medidas de adaptación, mucho menos de mitigación ni de planificación energética.

Solo el Frente de Izquierda plantea la emergencia climática como una cuestión central e integral, denunciando el régimen extractivista como causa estructural de la crisis climática y ecológica en los territorios. Mientras acompaña la exigencia de medidas paliativas urgentes para las familias que sufren los desastres ambientales, propone una transformación profunda del modelo productivo, señalando la responsabilidad de las grandes corporaciones. Solo bajo la reorganización de la producción con control de trabajadores y comunidades, se puede poner fin a las actividades más destructivas y garantizar un plan de obras y servicios en función de las necesidades sociales.

Adaptarse a los nuevos escenarios climáticos ya es urgente. Pero la verdadera disputa es por el modelo de provincia: uno que continúe profundizando la crisis climática al servicio de un puñado de empresarios, o uno que priorice la vida de las mayorías, con medidas de fondo para enfrentar la crisis ambiental.

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En la siguiente y última nota de esta serie abordaremos Mar argentino y zonas costeras bonaerenses.

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