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La economía real y el desempleo piden un plan productivo

Finalmente, la economía real empieza a filtrarse entre el ruido de las tasas de interés del 71 o el 81% que paga el Tesoro Nacional para calmar al mercado cambiario sin calmarlo o entre las movidas del tipo ensayo y error de un Banco Central que niega sus intervenciones hasta que debe rendirse ante evidencias que lo desmienten y van amontonándose. Pero se mire por donde se mire, ese diablo verde llamado dólar no termina de rendirse.

El punto es que algunos problemas de la economía real han empezado a tomar formas inquietantes o a acentuar formas que ya eran inquietantes.

Martín Rappallini, el presidente de la Unión Industrial, habla de caídas del consumo o la demanda del 15% al 20% en actividades como la construcción, el calzado y la indumentaria. Dice más, todavía: que desde marzo en adelante el efecto que se mide en pérdidas de puestos de trabajo promedia de 1.000 a 1.500 casos por mes o, si se prefiere una cuenta matemática, hasta 18.000 al año.

De la misma especie, se convalidan cada vez más acuerdos sindicales donde los trabajadores resignan parte de los aumentos salariales a cambio de conservar el empleo; es decir, recortes en ingresos que ya venían recortados. Del lado de las empresas, sobre todo en las pymes, la suba de las tasas deriva en crecimiento de la morosidad y del número de cheques rechazados.

El listón sigue con datos del Centro de Estudios de la UIA sobre el empleo industrial registrado, o sea, en blanco. Agregan información, pero no cambian ni mejoran nada: revelan que entre agosto del 2023 y mayo del 2025 desaparecieron 38.298 empleos, con textiles, confecciones y calzado a la cabeza del lote, seguidos por alimentos y tabaco.

Aun cuando tanta cifra junta pueda abrumar o directamente abrume, vale la pena sumar otro de los análisis de la UIA que amplía el cuadro. Toca al empleo registrado total, nuevamente en blanco, y reporta que de agosto 2023 a mayo 2025 fueron borrados del mapa nada menos que 445.358 puestos laborales.

Salvo este último caso, en los restantes hay cierto componente temporal que va sobre el gobierno que arrancó su gestión el 10 de diciembre de 2023. Por ejemplo, la caída del 5,5% en el salario real, descontada la inflación, contra noviembre de 2023 y la del 23,3%, también real, versus noviembre del 2015.

En un festival de tasas que llegan hasta el 85% anual salta obvio que si el sector público acapara financiamiento a todo trance, necesariamente declina el crédito al sector privado; a la mitad, hoy, o del 4% previo al 2% del PBI. Previsible y repetido de una punta a la otra, se enfría la actividad económica y algunos que conocen el paño se la llevan en pala.

Así, consultoras que proyectaban un crecimiento del PBI del 5% para este año ahora calculan 4%. En los hechos, menos de 4%, pues cualquiera sea el número final tendrá incorporado un arrastre estadístico del 3% que viene de 2024. Puesto de otra manera, el 2025 arrancó con un piso asegurado del 3%.

Subido al mismo tren, el último de los relevamientos que hizo el Banco Central entre especialistas locales y del exterior ya incluye pronósticos de recesión: un rojo del 0,3% para el trimestre julio-agosto-septiembre del 2025. Dicho claramente y sin vueltas, ya estaríamos en recesión.

Y por si faltan datos y evidencias que urgen “hacer algo”, uno que se maneja en centros de estudios con años de experiencia en analizar las profundidades de la economía señala que, en términos reales, el PBI por habitante es hoy semejante al de 2007. O sea, al de hace 18 años y, si quiere, estancamiento y retroceso juntos en un mundo que no se detiene.

Está claro que una economía en crecimiento es una economía que crea empleo y, más aún, empleo del calificado si abunda la inversión.

De vuelta a los números, los más recientes dicen que lo que en verdad se está creando es desempleo. Según el INDEC, la suma de desocupados y subocupados ya canta 2,6 millones de personas con problemas laborales, la mitad habitantes del Gran Buenos Aires, convertido en elector clave de la electrizante disputa entre la Libertad Avanza y el kirchnerismo.

La encuesta que en los papeles significa el riesgo país de la Argentina gira alrededor de los 900 puntos básicos y canta, así, que si el Gobierno saliera a tomar crédito al mercado internacionales pagaría una tasa próxima al 13% en dólares. Una enormidad que tiene incorporada un buen porcentaje de desconfianza en el mileismo y otro de usura pariente de la anterior.

Ningunos campeones de este mundo, donde la chapa le fija 901 puntos a la Argentina, dice 259 para Brasil, 119 para Chile y 122 para Uruguay. O sea, cuatro veces menos que nuestra calificación o tasas de interés internacionales que andan en la zona del 7%.

Mezclado con internas y cruces políticos sin límites, el festival financiero avanza hacia el 26 de octubre, el día de las elecciones legislativas nacionales. Nada garantiza, de todos modos, que ahí concluirá.

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