Diego del Rio (50) se quebró en llanto cuando escuchó la decisión unánime del jurado popular que declaró culpable a su hermano Martín (50). No fue de cualquier delito, sino se trataba del doble homicidio de su padre José Enrique del Rio (75) y de su madre María Mercedes Alonso (72). “Para nosotros se hizo justicia”, afirmó.
“Siento que fue un plan, no fue emoción violenta, siento que lo venía planificando hace un tiempo largo y no entiendo porque no dijo nada”, expresó el mayor de los Del Rio, en diálogo con la prensa luego de conocerse que su hermano fue condenado a reclusión perpetua.
Acompañado de su esposa y amigos, el hombre presenció todas las audiencias luego de que declaró el martes pasado, en la segunda jornada del debate. En silencio, pero siempre acompañado, escuchó cada testigo que señaló a su hermano como “el caminante”.
Fue esa figura, entre otras pruebas, las que más se reiteró durante el debate. La ex esposa de Martín, Cecilia Sánchez; su ex suegro, Jorge Sánchez; la amante, Paola Coqueira, y hasta el propio Diego reconocieron la manera particular con la que camina Martín. Las filmaciones lo mostraban en el recorrido que realizó hasta la casa de Melo 1101, de Vicente López.
También estuvo presente en las últimas palabras del imputado, quien reiteró su inocencia y aclaró el amor que sentía hacía las víctimas. Nada sirvió para que los 12 integrantes del jurado popular decidan de manera unánime, y en tiempo récord, la culpabilidad de Del Rio.
La espera del perdón
Una vez finalizada la última audiencia, Diego del Rio habló con la prensa, se mostró conforme con la sentencia y reconoció que durante las cinco jornadas del debate esperó que su hermano muestre arrepentimiento por el crimen de sus padres.
“Estamos conformes con la condena y el veredicto. Fueron muy difíciles estos dos años y tres meses que estuvimos esperando que llegue esto. Estábamos esperando que pida perdón o que cambie. Estos días vimos mentiras y más mentiras, y es un modus operandi que creo que lo lleva a que explote en algún momento. Ahora, el porqué, no lo se. Son motivos que no se entienden”, sostuvo.
Diego reiteró que, aunque sea “por beneficio propio”, durante el juicio su hermano se muestre arrepentido. Al ver que ello no ocurrió, aseguró: “Espero que durante esta condena lo haga”.
La espera de Diego viene desde hace dos años y casi cuatro meses, desde aquel 24 de agosto de 2022 cuando el matrimonio fue asesinado de varios disparos. El 7 de septiembre fue detenido Martín, lo que causó un cimbronazo en la familia.
“Espero que pida perdón, mis padres eran dos personas buenísimas y a él lo adoraban. En este juicio me cayó la ficha que ellos bajaron vestidos del ascensor vestidos para ir al Chateau (el edificio, donde creían que iban a mudarse), ese departamento que estaban esperando hace un tiempo, y los mataron”, expresó.
La planificación, detención y una “conversación imposible”
El mayor de los hermanos Del Rio fue contundente al afirmar que para él, el crimen cometido por Martín “fue un plan y no emoción violenta”. “Siento que lo venía planificando hace un tiempo largo y no entiendo por qué no dijo nada”.
“Ninguno de los problemas que había era tan grave como para llegar a esa situación. Eran cosas económicas que se podía arreglar fácilmente, es más, hoy muchas ya están solucionadas. Quizás no podía enfrentar a mis padres”, dijo.
“Nadie lo podía creer. A las dos de la mañana, fui a la casa de mi cuñada y me dicen que fue un error. A las ocho me junte con el abogado para saber cómo lo íbamos a defender. Cuando vimos la prueba supimos que había sido él”, rememoró.
Luego, mientras estuvo detenido en el penal de San Martín, Diego fue a visitar a su hermano menor para tratar de buscar una explicación de las razones por las que había asesinado a sus padres.
“Lo fui a ver una sola vez a San Martín y era una conversación imposible. Hablaba de que era inocente, del grupo comando (una hipótesis de su defensa) y que él amaba a mis padres. No le creí nunca, me hubiese encantado creerle”, aseguró.
El caso
El 24 de agosto de 2022, Martín Del Río había acordado visitar a sus padres en la casona de la calle Melo 1101, en Vicente Lópezz. Allí había cajas y valijas preparadas para una mudanza que -no sabían- no se iba a concretar.
El hijo menor de los dos varones de la pareja tenía un poder y se encargaba de los negocios y el dinero de su padre. Habían «comprado» un departamento en el edificio Chateau de Avenida del Libertador 7050, en la Ciudad de Buenos Aires, o al menos eso creían.
El día del homicidio, de acuerdo a la acusación fiscal, los jubilados -engañados por su hijo- creían que iban a concretar la mudanza y hasta, según pruebas presentadas en el expediente, esperaban el camión de mudanzas de una empresa que se encargaría de realizarla.
Para los fiscales Alejandro Musso y Marcela Semería, la mentira de Martín Del Río había llegado un límite del que no había retorno. Sus padres no podían mudarse al Chateau porque habían pagado apenas una cuota por el departamento y ellos estaban convencidos de que estaba todo listo..
Lo cierto es que el día del crimen, el matrimonio se subió a su auto, un Mercedes Benz modelo E350, estacionado en su garaje. Una persona, que para la Justicia es Martín Del Río, mató a José Enrique Del Río de tres disparos por la espalda y de un disparo en la cabeza a María Mercedes Alonso.
Usó una 9 milímetros propiedad de los Del Río. El tirador, antes de abandonar la casa, se robó el DVR que registraba las cámaras de seguridad, 10.000 dólares, 1.500.000 pesos, 50 lingotes de oro de 10 gramos y diamantes.
El juicio y condena
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Habló Martín Del Río antes de que conocer el veredicto: «Soy inocente y amo a mis padres».
A dos años y casi cuatro meses del doble homicidio, un jurado popular declaró culpable por unanimidad a Del Rio. La única pena prevista en el Código Penal para este tipo de delito es la reclusión perpetua.
El jurado popular, integrado por 12 personas titulares y 6 suplentes, definió la suerte de Del Rio. Luego de apenas 40 minutos de deliberación, la presidenta del jurado -una mujer de profesión docente que se identificaba con el número 10- leyó la decisión: culpable por unanimidad.