La baja de la inflación en Argentina se ha convertido en uno de los principales logros que el Gobierno busca exhibir de cara a la campaña electoral. Con un 1,5% en mayo, el índice sorprendió a los analistas al ubicarse por debajo de los pronósticos previos, consolidando la estrategia económica impulsada por el ministro de Economía, Luis Caputo.
Sin embargo, la sostenibilidad de esta tendencia es incierta, ya que en junio se registra un repunte en alimentos, lo que podría dificultar que se repita una cifra tan baja. El Gobierno de Javier Milei ha celebrado la caída de la inflación como una prueba del éxito de su política económica.
Desde el Ejecutivo, se ha destacado que la reducción de precios es el resultado de un enfoque basado en la estabilidad cambiaria y el control de los agregados monetarios, priorizando la desinflación por sobre la acumulación de reservas.
El presidente Milei ha utilizado este dato como un argumento central en su discurso, asegurando que la baja inflación es una consecuencia directa de su modelo de ajuste fiscal y control del gasto público. En redes sociales, el mandatario elogió a Caputo, calificándolo como «el mejor ministro de Economía de la historia argentina», y reafirmó su compromiso con la disciplina monetaria.
El descenso de la inflación en mayo se explica por varios factores clave: Estabilidad cambiaria: La eliminación del cepo cambiario no generó un salto abrupto en el dólar, lo que evitó un impacto inmediato en los precios. Moderación del consumo: La demanda de bienes y servicios se mantuvo contenida, lo que obligó a muchas empresas a mantener precios estables.
Caída de precios estacionales: Productos como frutas y verduras registraron bajas significativas, contribuyendo a la reducción del índice general. A pesar de estos factores positivos, algunos economistas advierten que la inflación núcleo, que excluye productos regulados y estacionales, se mantuvo en 2,2%, lo que indica que el proceso de desinflación aún no está consolidado.
Los desafíos para mantener la tendencia
Si bien el Gobierno busca sostener la baja inflación en los próximos meses, existen señales de alerta que podrían dificultar este objetivo. En junio, se ha registrado un repunte en alimentos, lo que podría impactar en el índice general. Además, la inflación de servicios se ubicó en 2,7%, reflejando el impacto de ajustes de precios en sectores como tarifas públicas, alquileres y educación.
Otro desafío es la necesidad de fortalecer las reservas del Banco Central, un aspecto que ha sido relegado en favor de la desinflación. Algunos analistas advierten que la falta de acumulación de reservas podría generar vulnerabilidades en el mediano plazo, especialmente si se produce una presión sobre el tipo de cambio.
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