Luego de la impactante victoria del peronismo en la Provincia de Buenos Aires el mercado reaccionó con pánico. El dólar oficial mayorista abrió en $1.450 (+6,1%), el MERVAL cayó 20% en dólares, el Riesgo País supero los 1.000 puntos básicos, los bonos del Tesoro denominados en pesos tasa fija cayeron hasta 7% y en dólares registraron caídas superiores al 11% TIR a 2038, el AL30 cayó más de 6% (20% TIR). Más allá de alguna fluctuación en la semana, las dudas respecto del programa cambiario y monetario a mediano plazo sobrevuelan todos los escenarios.
La semana bursátil: dudas estructurales más que coyunturales
El mercado testeó la intervención del Tesoro, que no continuó con la venta de dólares en el Mercado Libre de Cambios, pero no testeó al BCRA, que tiene un mayor poder de fuego para defender el techo de la banda (el viernes apareció una postura significativa para vender en $1.472). El acercamiento a esa zona sirvió como reactivación de carry antes de las elecciones de octubre: posicionarse en la BONCAP con vencimiento 17 de octubre mostró un rendimiento de casi 6% en pesos que con un contrato de futuro a esa fecha garantiza la ganancia en dólares.
El escenario es mucho más adverso para el oficialismo y comienza a verse reflejado en los precios de las acciones y los bonos, ya que una derrota en octubre y con los soberanos en dólares rindiendo 20% TIR, el gobierno deberá prácticamente olvidarse de una refinanciación de los vencimientos de deuda en moneda extranjera en el mediano plazo. Esto lo obligará a acumular dólares en el Mercado Libre de Cambios para pagar los vencimientos en efectivo, lo que presionará fuertemente al tipo de cambio.
En resumen, hasta octubre se abren dos caminos. El gobierno puede seguir con el “plan aguantar” buscando nuevamente forzar el dólar a la baja interviniendo en dólar futuro, manteniendo las tasas en niveles reales inéditos y subiendo encajes remunerados para garantizarse el rollover en la deuda en pesos, o permitir que el dólar busque un equilibrio en un nivel más cercano a la banda, sin tener que forzar tanto el esquema. El BCRA sosteniendo la banda podría traer cierta confianza en que mantendrá su palabra, al menos hasta las elecciones. La preocupación reside en el eventual efecto sobre la inflación y la actividad, lo cual tendrá un costo político en las elecciones de octubre, y en la expectativa post electoral, ya que, si el esquema se concibe como transitorio, le será muy costoso al BCRA defender el techo de la banda en la previa a las elecciones nacionales.
La licitación del día miércoles
En la primera licitación post elecciones vencían $7,3 billones de deuda en manos de privados y Finanzas logró renovar 91,4% del total, colocando principalmente títulos a tasa fija ($6,0 billones) y con tasas altas pero menores a la licitación previa. Pero este “éxito” no es tal: el impulso de la demanda de títulos públicos lo explica el abandono de la tasa endógena. Desde el 12 de agosto, el BCRA abrió nuevamente una ventanilla de liquidez, referenció las tasas de interés operando activamente en la curva de LECAP y BONCAP y, más tarde, estableció un piso a las tasas a 1 día remunerando la liquidez a través de distintos instrumentos. En resumen: volvieron los pasivos remunerados y en lo que va de septiembre el BCRA remuneró un stock promedio de $4,0B. Agreguemos que la posición vendida del BCRA en futuros aumentó a más de USD 5.000 millones. Ganaron los bancos.
Se supone que la política monetaria busca anclar expectativas. Con el cambio de postura monetaria, el problema adicional que se presenta es que nadie sabe a ciencia cierta cual es la estrategia ¿No hay más control de agregados? ¿Cuál es el agregado que se controla? ¿Es la BMA (Base Monetaria Amplia) como dice Caputo o el M2 transaccional privado como plantea la meta indicativa del acuerdo con el FMI? Por cierto, en el interín, la actividad se retrajo sensiblemente, con los Adelantos en Cuenta Corriente sufriendo de fuertes volatilidades y llegando al 93% Nominal Anual.
Inflación ¿se acabó el passtrough?
El gobierno festejó la inflación de agosto, que computó 1,9%. “Cuatro meses con inflación debajo de 2%” twitteo el ministro Luis Caputo y replicó el presidente. Como el dato de la inflación general es equivalente al mes anterior y, tanto en julio como en agosto el tipo de cambio se movió 7,9% y 4,3% en promedio respectivamente, para el gobierno se terminó el passtrough, es decir, el pase a precios de la devaluación.
Es interesante reflexionar al respecto. El gobierno sostiene que la baja de la inflación se debe al estricto control monetario. Resulta curioso el argumento, sobre todo porque se realiza luego de una licitación que confirma el cuasi abandono (al menos temporario) del framework de control de agregados monetarios e incluso, cuando hace un par de meses atrás el propio Milei dijo que “la inflación tiene fecha de defunción a mitad del año que viene. Y se va a terminar porque la política monetaria actúa con un rezago que oscila entre 18 y 24 meses”. Más allá de los argumentos que cambian según la ocasión ¿qué hay detrás de la aparente desvinculación del dólar y los precios? Lo primero que explica este comportamiento es la brutal caída del consumo: sin ventas, no tiene sentido impactar en precios un aumento de costos. Pero esto no es suficiente para saldar el debate. En la Argentina, los precios se forman mayoritariamente (80%) como un costo más un markup, lo que implica que un incremento en costos puede reflejarse en precios con relativa independencia del consumo. Aparece en escena, entonces, un segundo argumento: el “colchón” de precios en productos con insumos dolarizados. El dólar pisado no aplacó los precios de estos productos. Los datos indican que, por ejemplo, desde septiembre de 2023 a hoy, el precio del trigo se incrementó 167% pero el pan y derivados lo hizo en 302%. En el maíz, los datos muestran un salto de 240%, pero en carnes y derivados (vacuna-pollo) el aumento fue de 290%. Aunque parece ser un escenario provisorio (hace sólo unos meses, la devaluación de abril se vio reflejadas en precios al 80%) el diferencial de previo mencionado permite que, con caída de ventas, haya margen para reducir levemente algo de la rentabilidad incrementada previamente ¿Hay quienes esperan un salto discreto del tipo de cambio luego de las elecciones para olvidarse del “colchón” y remarcar?
Empleo: industria cada vez peor
Como era previsible, la recesión de mayo y junio (caídas de 0,2% y 0,7% respectivamente) pegó en el empleo. “En junio el sector privado registrado tuvo su peor caída mensual desde el primer trimestre de 2024” asevera el especialista Luis Campos. Los datos indican que, en ese mes, se perdieron 12.150 puestos de trabajo y que la situación se agravaría en julio. Pero lo más preocupante es el derrotero del sector industrial: – 1.700 puestos en junio, acumulando 35.211 puestos menos desde noviembre del 2023. El resultado: casi 1.900 puestos industriales menos por mes.
Aunque el mercado pone la mira en octubre, los argentinos siguen sufriendo el resultado de las políticas de Milei a través de la caída de actividad, del empleo y de los salarios.