Entre diciembre 2019 y agosto 2025 se pagaron U$S 12.441 millones en intereses de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). De ellos, bajo el gobierno de Alberto Fernández y el Frente de Todos se destinaron U$S 7.364 millones (diciembre de 2019 a noviembre de 2023), en tanto que Milei y Caputo destinaron unos U$S 5.078 millones entre diciembre de 2023 y agosto de 2025.
Los datos surgen de la Secretaría de Finanzas y no incluyen los desembolsos del Fondo ni pagos de capital al organismo. Entre el préstamo stand by de Macri por U$S 57.000 millones, de los cuales se desembolsaron U$S 45.000 millones, la reestructuración por un programa de Facilidades Extendidas en marzo de 2022 por Alberto Fernández, Guzmán y Massa (que implica mayores condicionamientos y la validación parcial de la deuda macrista), y el acuerdo de Milei por U$S 20.000 millones, de los cuales ya se desembolsó el 70%, la deuda argentina con el organismo supera los U$S 60.000 millones (entre capital más intereses).
Es el país más endeudado con el FMI, 5,7 veces más que el segundo mayor prestatario, Ucrania, un país en guerra. La deuda argentina con el FMI es la mitad de la deuda total de los países con el organismo.
El monto abonado solamente en concepto de intereses al FMI en los últimos cinco años equivale a unos $17 billones, casi dos veces el equivalente a lo que el gobierno de Milei dejó de destinar a las partidas jubilatorias entre 2024 y 2025 ($9,4 billones).
Bajo la bota del FMI se deterioraron aún más las condiciones de vida de las mayorías, con pérdidas de las jubilaciones que llegan hasta el 50% en los últimos 10 años, y caídas del salario real de entre el 24% (privado registrado) y 40% (sector público), junto con una pérdida de derechos y avance de la precarización laboral.
A esto se agregan las enormes irregularidades en su conformación. Desde su utilización para el financiamiento de la fuga de capitales por las grandes empresas durante el gobierno de Macri, a costa del empobrecimiento del pueblo trabajador, hasta directamente la deuda de Milei que fue por DNU para evitar pasar por el Congreso. O, mejor dicho, obtuvo su aprobación posterior por la llamada «oposición política» con inclusión de sectores del peronismo, con 129 votos a favor, 108 en contra y 6 abstenciones.
Con el DNU 179/25 Milei se autorizó a sí mismo a un nuevo endeudamiento con el FMI. Incluso sin saber montos, sin fijar un monto máximo de endeudamiento, ni conocer cuáles serán las exigencias del FMI. Además, la aprobación de dicho DNU se realizó con un Congreso militarizado, a espaldas del pueblo.
Entre abril y agosto de este año el FMI desembolsó U$S 14.000 millones de ese nuevo préstamo. Este apoyo, junto a la modificación de las metas de acumulación de reservas para finales de 2025 y la postergación de la revisión del acuerdo para febrero de 2026 le dieron algo de aire al gobierno y permitió sostener el endeble esquema cambiario con un peso sobrevaluado.
Sin embargo, por otras ventanillas persistió la salida de dólares no se detiene. De acuerdo con los datos del Balance Cambiario del BCRA en apenas cuatro meses desde la firma del acuerdo con el organismo, la compra de divisas para atesoramiento alcanzó los U$S 14.730 millones, superando los desembolsos del FMI.
El apoyo económico y político del FMI y del gobierno de Trump busca mantener una zona de influencia alineada con sus intereses, y el de las grandes empresas que buscan hacer negocios con los recursos estratégicos del país. La deuda externa es un mecanismo de dominación y sometimiento. Los objetivos del imperialismo son a largo plazo, sentando condiciones como reformas previsionales, laborales y tributarias regresivas, privatizaciones y el combo neoliberal que ya conocemos, sea quien sea gobierno. Por ello, todo el arco político debe rechazarlo y se debe pronunciar en su contra.
Se le dice deuda odiosa porque está plagada de operaciones fraudulentas, y porque es un mecanismo por el cual se trasladan las deudas privadas (de unas pocas grandes empresas) al conjunto de la sociedad. La deuda no sirvió para mejorar la vida del pueblo, sino para financiar fuga, enriquecer bancos y garantizar ganancias de unos pocos. Se paga con ajuste, hambre y recortes, mientras se hipoteca el futuro.
No se puede negociar un poquito la deuda, hay que tirar abajo el acuerdo semicolonial con el Fondo y pelear por desconocimiento soberano de la deuda odiosa, mediante la más amplia movilización popular y la huelga general.
El desconocimiento soberano no es un «default», sino es para prevenir una situación catastrófica como la del 2001. No es “no pago” aislado, ya que se acompaña de medidas de defensa nacional y de la moneda como la nacionalización del sistema bancario y el comercio exterior.
No estamos solos. En los años recientes, las políticas del FMI desataron protestas en Kenia, Bangladesh, Pakistán, Ghana, Sri Lanka, Nigeria. Hay que apelar a la solidaridad y a una lucha internacional para derrotar los planes fondomonetaristas que llevan a la miseria a todos los países dependientes del mundo.
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