El 6 de agosto de 1994, Talleres completó su primera participación en la B Nacional ganándole a Instituto la final del Octogonal por el segundo ascenso a la Primera División. Con el 3-1 ante ‘la Gloria’, en el Estadio Córdoba, el Albiazul despertaba de la pesadilla que había comenzado 15 meses atrás en el mismo escenario, en el célebre partido ante River arbitrado por Javier Castrilli. Había llegado el momento de volver a soñar.
“Lo quiero a Valderrama”. La frase alteró la charla de café en la que el vicepresidente 1° Horacio Manzur y el secretario Alberto Escalante habían empezado a esbozar el armado del plantel con que la ‘T’ afrontaría la temporada 1994/95 de la máxima divisional del fútbol argentino.
Carlos Alberto Valderrama, ‘El Pibe’, era la gran figura del seleccionado de Colombia y venía de jugar su segundo Mundial, en Estados Unidos. Un año antes, el empresario y político de origen sirio Fuad Char, dueño del Atlético Junior de Barranquilla, había comprado su pase con la ilusión de armar un gran equipo y romper una racha de trece años sin títulos.
La concreción de ese logro le permitió al ‘Tiburón’ jugar su quinta Copa Libertadores de América, donde le tocó enfrentar en semifinales al Vélez Sarsfield dirigido por Carlos Bianchi, a la postre campeón del torneo.
“El nombre de Valderrama ya había sonado alguna vez en Talleres, aunque se trató de una versión que hicieron correr sin demasiado fundamento. Pero en ese momento, el club tenía 700 mil dólares en documentos, que eran parte del acuerdo para desistir de continuar el juicio contra la AFA, y entonces le dije a ‘Pocholo’ (Escalante) que fuéramos a Buenos Aires para buscar al colombiano”, cuenta Manzur, quien actualmente se desempeña en la función pública y preside la Sociedad Sirio Libanesa de Córdoba.
“Me comuniqué por teléfono con un paisano mío al que había conocido en un congreso árabe, que era el presidente del Junior, para comentarle del interés”, reseña Manzur en alusión a Char. “Me respondió que él no iba a viajar a Argentina para ver el partido, pero me dijo que hablara con su hijo igual que si lo estuviera haciendo con él”, precisó el exdirectivo de la ‘T’.
El cónclave entre Manzur y Antonio Char (primogénito del todavía accionista mayoritario del Club Deportivo Popular Junior Fútbol Club SA y hermano del actual alcalde de Barranquilla, Alejandro Char) se realizó en el Hotel Sheraton de la Ciudad de Buenos Aires el 16 de agosto de 1994. Fue en vísperas de la revancha de la serie que Vélez le ganó por penales al conjunto colombiano, en el Estadio José Amalfitani de Liniers.
Se apagó Valderrama
“¿Un préstamo? Imposible. Al jugador lo están pidiendo desde Europa. El pase definitivo vale 1,5 millón de dólares, aunque tal vez podemos arreglar por un poquito menos”. La primera respuesta del interlocutor colombiano no amedrentó a los popes ‘talleristas’, cuyo regateo logró acomodar la negociación más cerca de las posibilidades de la tesorería albiazul.
“Ahí empezó a negociar ‘Pocholo’, que era un maestro para esas cosas, y llegamos a los 700 mil dólares. ‘Si yo mañana me llevo ese dinero a Colombia, el jugador se queda acá’, nos dijo el muchacho. De inmediato nos pusimos a gestionar el cobro de los documentos”, rememora Manzur.
Lo que vino después fue un mano a mano con el propio Valderrama. “Me senté a hablar con el jugador y recuerdo que hasta me hicieron una nota para Cadena Caracol. El tipo quería jugar acá. Arreglamos un contrato de un año y medio por 800 mil dólares, que era un ‘platal’; pero el primer partido jugábamos contra Atalaya, por decir algún equipo, y se pagaba solo. Ya pensaba en la publicidad que iba a ingresar y en las giras que podíamos hacer con semejante incorporación”, revela el otrora directivo.
Carlos Alberto Valderrama era la gran figura del seleccionado de Colombia y venía de jugar su segundo Mundial, en Estados Unidos. Talleres había acordado la compra de su pase a cambio de US$ 700.000.
Logrados los acuerdos, Manzur se comunicó telefónicamente con un administrativo de Talleres, a quien le pidió que viajara urgente a Buenos Aires para finiquitar los detalles formales del pase. Entusiasmado, el empleado le comunicó la buena nueva al presidente Víctor Szumik (había sido elegido antes de las finales con Instituto, en reemplazo de Rafael Lascano), y acto seguido devolvió la llamada desde Córdoba con una novedad: la renuncia del mandamás albiazul.
“Cuando nos enteramos de eso, le dijimos a Char que teníamos problemas para certificar los documentos y que nos esperara unos días, y nos volvimos a Córdoba para hablar con Szumik, quien en principio no nos quería recibir en su casa. ¿Saben que pasa, ‘fieritas’? La semana que viene tenemos que pagar sueldos y premios, y no vamos a tener de dónde sacar la plata’, nos dijo Víctor”, relata Manzur.
“Al final me terminé yendo yo. Veníamos del ‘quilombazo’ con la AFA, ya me había peleado con otro presidente de Talleres (Miguel Srur) y además tenía aprecio por Szumik. No se trató del fallido pase de Valderrama, fueron varias cuestiones las que me llevaron a presentar la renuncia”, puntualiza.
El 2 de setiembre de 1994, el mismo día en que ‘el Pibe’ cumplió 33 años, arrancó el Torneo Apertura de la AFA, en el que Talleres debutó dos días más tarde igualando 2-2 ante Newell´s Old Boys de Rosario, como local. En ese certamen, el Albiazul terminaría como colista en el 20° puesto, con dos triunfos, siete empates, 10 derrotas y dos puntos de descuento, por incidentes en el partido contra Vélez en ‘el Chateau’, por la octava fecha.
“Yo no espero ni a mi mamá”
El 4 de enero de 1995, 142 días después de haber acordado verbalmente su incorporación a Talleres, Valderrama desembarcó en Rosario y se presentó en sociedad como flamante jugador de Newell´s. Parecía que ‘el Pibe’, confeso admirador de Ricardo Bochini y simpatizante de Independiente, finalmente cumpliría su anhelo de jugar en el fútbol argentino, luego de sus experiencias en Colombia, Francia y España.
“Vine porque creo que estoy en un gran equipo y que me voy a adaptar rápidamente”, declaró aquella vez en el gimnasio del club ‘leproso’, ataviado con los colores rojo y negro.
“Cuando me fui de Barranquilla, había llegado a un acuerdo. Me dijeron que apenas llegara a la Argentina, me darían un adelanto del contrato, que es lo que siempre se hace. Después de esa presentación en la cancha de básquetbol, con un montón de aficionados presentes, nos fuimos a cenar y me quedé esperando ese pago que nunca llegó, porque empezaron las excusas”, contó ‘El Pibe’ años después.
El 4 de enero de 1995, 142 días después de haber acordado verbalmente su incorporación a Talleres, Valderrama desembarcó en Rosario y se presentó en sociedad como flamante jugador de Newell´s.
“¿Yo qué tengo que ver con eso?”, exclamó Valderrama cuando Eduardo López, el presidente de Newell´s, le explicó al mediocampista que, para poder hacer efectivo el anticipo prometido, su club primero debía cobrar el dinero de la venta del arquero Norberto Scoponi al Cruz Azul de México.
“Yo no espero ni a mi mamá, qué los voy a esperar a ustedes, Sean serios, señores. Si no me dan mi billete, me voy”, dijo Valderrama antes de pegar media vuelta y emprender regreso a Barranquilla, donde meses más tarde obtendría un segundo título consecutivo vistiendo la camiseta de Junior.
Tres semanas más tarde, Newell´s debutó en el Clausura 1995 empatando 1-1 ante Talleres en el Parque Independencia. El elenco cordobés, con el reemplazo de Roberto Saporiti por Fernando Areán en el cargo de entrenador, culminó ese campeonato en la 16° ubicación, con tres victorias, nueve igualdades y siete traspiés. Al final de la temporada 1994/95, el Albiazul ocupó el último lugar de la tabla de los promedios.
Al año siguiente, Valderrama desembarcó en la liga de Estados Unidos, donde jugó sucesivamente en los clubes Tampa Bay, Miami Fusion y Colorado Rapids hasta su retiro en 2003, con un breve paréntesis de seis meses en Deportivo Cali entre 1996 y 1997. En esa última etapa de su carrera, ‘El Pibe’ sumó otra participación mundialista, en Francia ’98.
En ese torneo, el futbolista completó una foja de servicios de 111 partidos y 11 goles en la Selección de Colombia, desde su debut en 1985.
Su legajo en el elenco ‘cafetero’ también incluye tres Copa América, entre ellas la que se realizó en Argentina en 1987. El 8 de julio de ese año, Valderrama jugó en el actual Estadio Kempes el partido que Colombia perdió ante Chile (1-2) por una de las semifinales del torneo continental.